Saturday, January 01, 2011


Si nos conquistaban otros de más arribita…


Por muchos años se ha hablado del dominio español sobre nuestros indios latinoamericanos y de todos los contrastes que éste produjo, de la conquista, el abuso y el robo la violación, el incendio, el timo y las carísimas llamadas a larga distancia que los conquistadores cargaban a cuenta de los pobres indios para poder llamar a sus casas en el viejo continente (porque recuerden que en esa época aun no se inventaba el ROAMING, y los celulares eran enormes y carísimos).

Eran tiempos muy violentos aquellos, y mientras por acá andábamos de hippies lluchos por la selva, en Europa todo era ansiedad, empezando por que para poder tocar a una mujer, había que pelarla como cebolla gracias a las múltiples capas de sus vestidos, los hombres usaban gorritos y pantalones chistosos que hacían que todos se rieran de todos, y los libros se escribían a mano con una letra feísima.

Pero dentro de todo este caos, si mirábamos al norte había un pueblo más descomplicado, tan descomplicado y previsor que aprovechaba para congelar su descendencia usando el frío presente en sus tierras altas combinado con unas alegres y coquetas faldas masculinas. Tan simples y divertidos que desde hace siglos usan canguro para llevar los caramelos y el maquillaje, y que cada que hacen una fiesta se dejan de pendejadas y todos llevan sus tamborcitos y sus bolsas con pitos (gaitas creo que les dicen). Ellos también usaban sombrerito, pero las faldas eran tan chistosas que eso pasaba totalmente desapercibido.

¿Qué hubiera pasado si en lugar del intrépido Colón, nos hubiese conquistado ese alegre y festivo pueblo de Escocia?

Digamos que la historia empieza con un tal Wilson, o Jhonson…o Harrison, no sabemos quién mismo fue pero alguno de esos fue tan famoso que después todos les pondrían esos apellidos como nombres a sus hijos. La cosa es que este señor y sus panas se metieron tal borrachera con Jhonnie Walker que cuando abrieron el ojo estaban en la playa; después de comerse un cevichito de carreta y de que todos llamaron a sus mamás, decidieron meterse a investigar un poco más el lugar a donde habían llegado.

Para todo esto, los indios hippies estaban súper concentrados poniendo un límite a la altura de los taparrabos y a la bajura de los senos de sus mujeres con respecto al ombligo, tan concentrados que no se dieron cuenta que unos pelirrojos con falda se les estaban comiendo el pic-nic, y de paso a sus novias, ya sabemos que los gringos siempre fueron atractivos por cosas de pasaporte.

Así pasaron los años y los indios adoptaron ciertas costumbres muy valiosas de los Escoceses, usaron una falda a cuadros llamada ANACOU, junto con una pequeño cangurito de cuero llamado CHAUCHERA. El trago infaltable de toda fiesta era el Jhonnie Walker que para efectos de marketing acá le pusieron Juanitou el Caminante, tan popular y accesible que luego lo sacaron en sabores: Fresa, Maracuyá y Mango.

En toda conquista hay un libertador que en esta caso era el hermano de intercambio de cierto libertador famoso que se llamaba Simon Wallace o William Bolívar, no recuerdo bien. Disfrutaba de liberar pueblos, un buen libro, y los paseos por la playa según su página de Feisbuc.

Este personaje, que gustaba de pintarse la cara y andar gritando “freedom”, tenía 2 amigos muy cercanos, el uno era un tal Mariscal Antonio José de Libra Esterlina, y un tal Abe Big Pot, que dicen que le dieron como a bombo en fiesta en una de esas grescas que se armaban en la montaña cuando no se sentían tan frescos con sus faldas.

Y así siguió la historia de este pueblo pagado con “escoshhh” y mezclado entre blanco rojo y negro, con los mismos contrastes, las mismas contradicciones e infinitas variaciones que nos llevan a pensar que pase lo que pase, nos conquiste quien nos conquiste, seguimos siendo el mejor pueblo del mundo.